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jueves, 10 de marzo de 2011

Pragmalingüística  La deixis

“La realización de un enunciado es, en efecto, un acontecimiento histórico: algo que no existía antes de que se hablara, adquiere existencia, para dejar de existir después de que se deja de hablar. Llamo enunciación a esa aparición momentánea”. (O. Ducrot, “El decir y lo dicho”).

                                                            
Todas las lenguas naturales tienen como una de sus características esenciales   la referencialidad.

La teoría de la enunciación  ha considerado que los elementos del lenguaje sólo se cargan se sentido en la situación específica en que se realiza un intercambio comunicativo; por tanto, la transmisión de la información del mundo  necesita expresiones ligadas de alguna manera a las “cosas”  sobre las que se pretende hablar.

  Entre los mecanismos que permiten que se correspondan ciertas unidades lingüísticas con ciertos elementos de la realidad extralingüística, juega un papel fundamental la deixis, por su función actualizadora del discurso, al que relaciona  con  la situación de comunicación.

La deíxis es vista como una «figura de enunciación»   (Benveniste y Todorov,entre otros).  Cuando el lenguaje es hablado ocurre en un lugar, tiempo y con unas personas específicas. Los artificios que ligan la expresión con su contexto espacio-tempo-actorial están recogidos bajo el término deíxis .   La contextualidad es no sólo una de las más fundamentales características de las lenguas naturales –en contraste con los lenguajes formales–; es también uno de los eslabones  centrales entre lenguaje, percepción y cognición: lo que es significado cuando algo es expresado depende de la forma lingüística de la expresión, de los rasgos de la situación según su percepción por el hablante y oyente (incluyendo expresiones anteriores), y del conocimiento general compartido por ellos ;  es decir, depende de la interrelación entre texto y modelos cognitivos idealizados.

Entonces el discurso depende en gran medida del conocimiento del contexto: dónde y cuándo se profiere un eneunciado, y por quién. Estas tres dimensiones son tradicionalmente conocidas como el centro deíctico   de todos los hechos linguisticos, sin las que ninguna expresión lingüística puede ser correctamente interpretada.

Esto le da un carácter egocéntrico al acto linguistico, en el sentido que hay una  organización de los elementos de anclaje   en torno a un   centro (deíctico).

La persona central es el hablante ( y su campo); es decir, …….yo…………aquí, mío, este.

El tiempo central es el tiempo en que el hablante produce el  enunciado.

 El lugar central es la situación del hablante en el  tiempo de  enunciación o tiempo de codificación.

El centro del discurso es el punto en que se encuentra el  hablante en el momento de producir su enunciado.

El centro social es la posición y rango sociales del hablante, a    cuyo respecto la posición o rango de los destinatarios  o referentes son relativos.

Subjetividad: Proyección del yo.

Igual para el que escucha y su campo (Tú…….ahí, tuyo, ese), y para la no persona  y su campo (él…….allí,   suyo, aquél).

Esa relación existente entre interlocutores, tiempo, espacio y la realidad es expresada mediante categorías llamadas indiciales de campo. Los  indicios son elementos lingüísticos enunciativos que constituyen categorías enteras dentro del sistema de la lengua y que remiten de una manera u otra a las instancias del discurso, es decir, a las personas, al momento del enunciado y a la situación en que se ha producido este enunciado.

Son indiciales de campo:

Los locativos (aquí, ahí, allí, allá….)
Los personales (yo, tú, él…)
Los posesivos (mío, tuyo, suyo, ….)
Los demostrativos (este, ese, aquel…)


Veamos la definición que nos presenta Lyons:

«Por deixis, se entiende la localización e identificación de personas, objetos, eventos, procesos y actividades de las que se habla, o a las que se alude, en relación con el contexto espacio-tempo-actorial  creado y sostenido por la enunciación y por la típica participación en ella de un solo hablante y al menos un  destinatario.» (J. Lyons, ).

Los deícticos, pues, son unidades lingüísticas cuyo funcionamiento semántico-referencial implica una consideración del papel que tienen en el proceso de enunciación los actantes del enunciado, la situación espacio-temporal. Lo que varía con la situación es el referente de una unidad deíctica, no su significado, el cual permanece constante de un empleo a otro (Bühler, 1979: 99 y ss.). La deixis será vista como una señal que coloca en el espacio y en el tiempo una sustancia semántica (F. Marcos Marín, 1980). Es decir, los rasgos definitorios de la deixis son la señalización y la actualización,  pudiendo hacer la indicación hacia el espacio, el tiempo o la persona, elementos componentes de la enunciación. Esta función lingüística, por tanto, relaciona el enunciado con las circunstancias en que es emitido con la situación comunicativa en que se produce.


Clasificacion:
Bühler distinguió tres tipos de deixis: demostratio ad oculos, anáfora y deixis de la fantasía  (Deixis am Phantasma).
  1. Deixis ad oculos es la deixis efectuada en el campo mostrativo en la situación del enunciado, como un tipo de referencia exofórica. Con los pronombres personales se señalan el emisor: la primera persona y el receptor: la segunda persona. Con otros pronombres se efectúan diversos señalamientos al contexto espacio-temporal creado por el acto de hablar y la participación de su emisor (acá / allá, este, acá, ahora, mío / tuyo, etc.).

Dicto este prólogo en una de mis patrias, Ginebra. (J. L. Borges).
Hoy, en esta isla, ha ocurrido un milagro. (A. Bioy Casares).


El sistema personal se completa con la remisión a situaciones objetivas que quedan fuera del campo de las personas de diálogo (yo-tú): es el dominio de la tercera persona, la que no es ni el emisor ni el receptor (él):
Bueno, que no he hecho las presentaciones. Aquí, mi señora. Aquí, él. (Miguel Delibes).

  1. La deixis de la fantasía  se produce «cuando un narrador lleva al oyente al reino de lo ausente recordable o al reino de la fantasía constructiva y lo obsequia allí con los mismos demostrativos para que vea y oiga lo que hay allí que ver y oir (y tocar, se entiende, y quizá también oler y gustar)»: recuerdo aquel jardín; allí solía jugar de niño.es el señalamiento a objetos no presentes en la situación de discurso. Se realiza en el plano de la memoria, o la imaginación.
¡Pero, en aquellos años, había que mantener a los padres! (A. Buero Vallejo)
Madre, si esa muchacha está todavía ahí fuera, dile que entre. (ib.)

  1. La anáfora es la deixis sintáctica, es decir, el señalamiento a un segmento del texto, del cual el pronombre es correferente (tiene el mismo referente que aquél); la referencia es endofórica.
¿No comprende que la muchacha está desesperada porque  la lleven? (A. Bioy Casares)

En este ejemplo se trata de la anáfora propiamente dicha o retrospectiva. Podría ser anticipatoria o prospectiva, llamada también catáfora:
... les gustan los gatos a aquellos seres que necesitan amor. (E. Jardiel Poncela)

Mención anafórica:
El señalamiento anafórico puede realizarse con identidad de correferencia. En un caso el pronombre basta para la función; la referencia es intrínseca:
Si seguimos atendiendo a un objeto, éste se irá fijando más. (J. Ortega y Gasset)       

El modo de significar:
Son aptos para realizar deixis referencial (ad oculos o exofórica) y deixis sintáctica (textual o anafórica) los pronombres relacionados con el acto del coloquio, que incluyen la referencia al hablante. Pueden efectuar sólo deixis sintáctica los que no incluyen esta referencia (= pronombres relacionados con el hilo del discurso). Se explica el polo negativo de la escala deíctica (ausencia de deixis), porque los pronombres que sólo realizan deixis sintáctica pueden funcionar también sin efectuarla (su referencia es exofórica), y en este caso se comportan, como las palabras no pronominales, únicamente con sus rasgos semánticos.

[Kovacci, Ofelia: El comentario gramatical. Teoría y práctica II. Madrid: Arco / Libros, 1992, pp. 173-175]




Otra clasificación:

Deixis locativa o espacial
Clase de deixis que codifica la localización relativa de los elementos del contexto de enunciación. Entre los deícticos locativos del español se encuentran los demostrativos y los adverbios pronominales aquí, ahí, allí, acá y allá.

Deixis personal
Clase de deixis que hace referencia al papel de los interlocutores en el acto comunicativo en el que se produce el enunciado. Pertenecen a esta clase de deixis en español los pronombres personales, los posesivos y la flexión verbal de persona.



Deixis personal
La literatura revisada conviene en señalar que "[] la deixis personal supone una indicación hacia los propios interlocutores: el hablante, el oyente, o un tercero que no sea ni uno ni otro" (Carbonero Cano ).

Significación
cercano
-lejano
+lejano
Categorías
1a
2a
3a
Singular
Masc.
este
ese
aquel
Fem.
esta
esa
aquella
Plural
Masc.
estos
esos
aquellos
Fem.
estas
esas
aquellas
Neutro
esto
eso
aquello


Como se puede apreciar, nos referimos a los demostrativos de acuerdo a las tres categorías antes contempladas, dependiendo de si ellas aluden a formas cuya significación está en relación con la situación del emisor-receptor-audiencia y la misma es percibida como cercana, -lejana o +lejana.

Deixis social
Clase de deixis que codifica la relación social existente entre el hablante y el oyente o algún referente. La alternancia tú/usted del español sería un caso de deixis social. Algunos autores ponen en entredicho que la denominada ‘deixis social’ sea realmente un tipo de deixis.

Bajo deixis social Fillmore  agrupa aquellos elementos que describen las relaciones sociales entre los interlocutores que sirven para determinar las elecciones de ciertos registros tales como el grado de respeto o intimidad, distanciamiento o insulto, etc. 

Las formas de deixis social que se analizarán están contenidas en el siguiente esquema. Las mismas se agrupan en tres categorías, a saber:

1aformal: donde se adscriben formas que revelen una relación formal entre los interlocutores. Se incluyen pronombres, partículas evaluativas discursivas y formas de tratamiento de cortesía y tratamiento tales como señor/a, don/doña, títulos profesionales o que expresen jerarquía, etc.

2ainformal: donde se adscriben formas que revelen una relación informal entre los interlocutores. Esto supone una mayor proximidad y afinidad entre ellos. Un tratamiento entre iguales. Se incluyen pronombres, partículas evaluativas discursivas y formas de cortesía y tratamiento más relajadas.

3ainformal /dialectal: donde se adscriben las mismas formas de la categoría anterior pero que poseen una marca dialectal regional.


Categorías
1a
2a
3a
Significación
(formal)
(informal)
(informal/dialectal)
Formas
- Ud.
- tú
- vos

- ¿ve?
- ¿ves?
- ¿veis?
- formas de cortesía y tratamiento
- formas de tratamiento informal
- formas de tratamiento dialectal:"muchacha/o","mijito/a","primo", etc.



Deixis temporal

Clase de deixis que sitúa lo expresado en un enunciado en relación con el momento en el que tiene lugar el acto comunicativo. Se incluyen en este tipo de deixis en español, por ejemplo, adverbios como ahora, entonces, hoy o mañana y la conjugación verbal de tiempo.

Deixis textual o discursiva
Uso de un deíctico dentro de un enunciado para referirse a una expresión lingüística o a alguna porción del discurso en el que se inserta dicho enunciado. Por ejemplo, el demostrativo neutro eso en la oración Eso que acabas de decir está mal dicho en español tiene un uso deíctico textual o discursivo ya que hace referencia a una parte del discurso en el que está incluido el enunciado que introduce.»
[Eguren, Luis / Fernández Soriano, Olga: La terminología gramatical. Madrid: Gredos, 2006, p. 65]



Actividades:
1.    Elabore un esquema (cuadro, mapa, etc) en el que pueda ubicar la tipología de la deixis.
2.    Señale los principales elementos deícticos presentes en el texto “Continuidad de los parques”  http://www.literatura.org/Cortazar/Continuidad.html


Continuidad de los parques 

Había empezado a leer la novela unos días antes. La abandonó por negocios urgentes, volvió a abrirla cuando regresaba en tren a la finca; se dejaba interesar lentamente por la trama, por el dibujo de los personajes. Esa tarde, después de escribir una carta a su apoderado y discutir con el mayordomo una cuestión de aparcerías volvió al libro en la tranquilidad del estudio que miraba hacia el parque de los robles. Arrellanado en su sillón favorito de espaldas a la puerta que lo hubiera molestado como una irritante posibilidad de intrusiones, dejó que su mano izquierda acariciara una y otra vez el terciopelo verde y se puso a leer los últimos capítulos. Su memoria retenía sin esfuerzo los nombres y las imágenes de los protagonistas; la ilusión novelesca lo ganó casi en seguida. Gozaba del placer casi perverso de irse desgajando línea a línea de lo que lo rodeaba, y sentir a la vez que su cabeza descansaba cómodamente en el terciopelo del alto respaldo, que los cigarrillos seguían al alcance de la mano, que más allá de los ventanales danzaba el aire del atardecer bajo los robles. Palabra a palabra, absorbido por la sórdida disyuntiva de los héroes, dejándose ir hacia las imágenes que se concertaban y adquirían color y movimiento, fue testigo del último encuentro en la cabaña del monte. Primero entraba la mujer, recelosa; ahora llegaba el amante, lastimada la cara por el chicotazo de una rama. Admirablemente restallaba ella la sangre con sus besos, pero él rechazaba las caricias, no había venido para repetir las ceremonias de una pasión secreta, protegida por un mundo de hojas secas y senderos furtivos. El puñal se entibiaba contra su pecho, y debajo latía la libertad agazapada. Un diálogo anhelante corría por las páginas como un arroyo de serpientes, y se sentía que todo estaba decidido desde siempre. Hasta esas caricias que enredaban el cuerpo del amante como queriendo retenerlo y disuadirlo, dibujaban abominablemente la figura de otro cuerpo que era necesario destruir. Nada había sido olvidado: coartadas, azares, posibles errores. A partir de esa hora cada instante tenía su empleo minuciosamente atribuido. El doble repaso despiadado se interrumpía apenas para que una mano acariciara una mejilla. Empezaba a anochecer.
   Sin mirarse ya, atados rígidamente a la tarea que los esperaba, se separaron en la puerta de la cabaña. Ella debía seguir por la senda que iba al norte. Desde la senda opuesta él se volvió un instante para verla correr con el pelo suelto. Corrió a su vez, parapetándose en los árboles y los setos, hasta distinguir en la bruma malva del crepúsculo la alameda que llevaba a la casa. Los perros no debían ladrar, y no ladraron. El mayordomo no estaría a esa hora, y no estaba. Subió los tres peldaños del porche y entró. Desde la sangre galopando en sus oídos le llegaban las palabras de la mujer: primero una sala azul, después una galería, una escalera alfombrada. En lo alto, dos puertas. Nadie en la primera habitación, nadie en la segunda. La puerta del salón, y entonces el puñal en la mano,  la luz de los ventanales, el alto respaldo de un sillón de terciopelo verde, la cabeza del hombre en el sillón leyendo una novela.
´

De “Final de  juego”, Julio Cortázar.


Referencias:

José Luis Cifuentes Honrubia  LENGUA Y ESPACIO , Introducción al problema. de la deíxis en español.  http://dialnet.unirioja.es/servlet/libro?codigo=141839
Abigail Cabrera y  Johana Pujol  ESTUDIO SOBRE LA DEIXIS EN UNA MUESTRA DE PRENSA CUBANA.
Deixis, deíctico   (Recop.) Justo Fernández López





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