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jueves, 17 de marzo de 2011

Pragmalingüística


El problema del significado

Todo enunciado tiene una significación lingüística, que corresponde a lo que entendemos cuando conocemos la lengua a la que pertenece el enunciado en cuestión;  una significación referencial, cuando agregamos a la significación la determinación de la referencia   de las distintas expresiones referenciales que el enunciado contiene: deícticos, descripciones definidas, nombres propios; y, una significación completo, cuando reconocemos  la fuerza ilocutoria (intención) del   enunciado.

Significado e interpretación

            Según Victoria Escandel, el significado (o contenido semántico) es la información codificada en la expresión lingüística. Se trata, por tanto, de un significado determinado por las reglas internas del propio sistema lingüístico.

            La interpretación, en cambio, pone ya en juego los mecanismos pragmáticos. Puede definirse como la función entre el significado codificado en la expresión lingüística utilizada, de un lado, y la información pragmática con que cuenta el destinatario, del otro.

            La tarea del destinatario consiste, pues, en intentar reconstruir en cada caso la intención comunicativa del emisor de acuerdo con los datos que le proporciona su información pragmática. Para ello, evalúa el contexto verbal y no verbal del intercambio comunicativo, buscando la información suplementaria que necesite para poder inferir un mensaje adecuado al propósito común de la comunicación.

            En consecuencia, la interpretación concreta de un enunciado en una situación dada no podrá ser objeto del análisis semántico, ya que para determinarlo es necesario hacer intervenir elementos extralingüísticos.

LOS TIPOS DE SIGNIFICADO

 El significado que podemos percibir en una oración puede ser interpretado  en  dos niveles.
 En el primero, el significado convencional, hay un significado literal de un enunciado, que será estudiado por la semántica.

 En el segundo, el significado del hablante, hay un significado distinto del  que se percibe  superficialmente, es intencional y depende del acto en el que se produzca el acto de la palabra, dado por el contexto.

 Cada uno de estos significados se manifiesta según ciertas unidades lingüísticas, cuyo análisis es distinto según la especialidad lingüística que las aborde.

 La  frase se refiere a un nivel de combinación de formas, por lo tanto es una unidad válida en distintos ámbitos lingüísticos. La frase es un fenómeno constante y estable que provee el significado, que se construye según las reglas de la sintaxis, atendiendo a los criterios de la gramaticalidad.

 La proposición se refiere al nivel semántico, donde un proceso va acompañado de una serie de valencias alrededor de un proceso (verbo).

 Finalmente, el enunciado es un concepto más propio de la pragmática, que tiene que ver con una situación enunciativa y está anclado a una unidad contextual. Puesto que es la unidad que más nos interesa, nos extenderemos en ella para definirla más ampliamente.

El enunciado es un fenómeno variable ligado a la actividad del lenguaje en situación de un <yo-aquí-ahora>. Está vinculado a un contexto y posee significado dependiendo de la comprensión y la interpretación. Así, el enunciado puede ser una oración completa o simplemente una frase, pero ha de estar perfectamente contextualizada. Obsérvese en   el enunciado “Yo, no”  que sería incomprensible sin vincularlo a un contexto concreto, como en: 
 Un niño le pregunta a otro: 

    A: ¿Tienes hermanos? 
    Y el niño en cuestión responde: 
        B: Yo, no.

 Fuera de dicho contexto es incomprensible. Por tanto, es necesario que el emisor tenga muy presente su situación espacio-temporal, a los coenunciadores a los que se dirige y al mensaje que quiere transmitir.

 Los enunciados, según mencionamos antes, no son siempre oraciones sintácticamente perfectas, sino que pueden ser frases como:

  Los Chocobananos... ¡ni loco! 

Distingamos entonces:

  1. Lo que se dice realmente:
 Lo que se diga está sujeto a las condiciones de que se pruebe que es verdad o no : -“Aquí hace frío” (puede ser verdad o no, pero no pretendemos que se cierre una ventana)

  1. Lo que queremos decir:
 Tiene una fuerza pragmática y es la pragmática la que permita interpretar la fuerza: -“Hace frío” (y como estoy en una habitación con la ventana abierta, pido a una persona que cierre esa ventana)
  1. Lo que decimos sin querer:
Queda fuera de la lingüística, pero no es algo ajeno a la pragmática. Es más propio e la psicolingüística. Tal vez se quería decir:  “Tengo una gripe terrible y este frío me hace mucho daño”.


El significado que se dice es una explicatura  que según  Sperber y Wilson  es el contenido explícitamente comunicado  como una "proposición comunicada obtenida por una combinación de descodificación e inferencia que proporciona una premisa para la derivación de implicaciones contextuales y otros efectos cognitivos.

Mientras que el significado que no se dice pero se infiere  es una implicatura.
Se entiende por implicatura una información que el emisor de un mensaje trata de hacer manifiesta a su  interlocutor sin expresarla explícitamente. Así pues, la implicatura es un tipo de implicación pragmática, en oposición a las implicaciones lógicas o semánticas, como puede ser la presuposición.

Las presuposiciones son aquello que se da por sentado o supuesto. En Pragmática hay varias definiciones, según:
Lakkof: son supuestos o creencias del hablante sobre el contexto del habla.
Kennan: es el conjunto de condiciones que han de satisfacerse para que el acto de habla propuesto sea apropiado a las circunstancias, es decir, para que sea feliz.
Fillmore: son aquellas condiciones que deben satisfacerse para que un acto locutivo concreto sea ejecutado efectivamente al pronunciar las oraciones concretas.
Jackendoff: es aquella que implica compartir una información de fondo.
Dos clases: presupuestos y sobrentendidos
Los presupuestos son  un tipo de contenido implícito que aparece inscripto en el enunciado manteniendo con este  una relación de entrañe, por lo cual es relativamente independiente del contexto. Por ejemplo: “Hoy José llegó temprano a la clase”; presupone: 1. Que José no siempre llega temprano; 2. Que José asiste a clases.
Los sobrentendidos : son un tipo particular de implícitos; según catherine kerbrat-orecchioni son “la clase de contenidos implícitos que engloba todas las informaciones que son susceptibles de ser vehiculizadas por un enunciado dado, pero cuya actualización es tributaria de ciertas particularidades del contexto enunciativo; son en este sentido, dependientes del contexto. Por ejemplo, lo que habíamos dicho en la clase de “puerta”,

El término IMPLICATURA fue acuñado por H. P. Grice, filósofo americano que elaboró un modelo pragmático de la comunicación. En su teoría, se establece una distinción entre lo que se dice y lo que se comunica. Lo que se dice es el contenido literal expresado en el enunciado. Lo que se comunica es toda la información que se transmite con el enunciado más allá de su contenido proposicional. Se trata por tanto de un contenido implícito y recibe el nombre de implicatura.

En su planteamiento, distingue entre dos clases de implicaturas:
  • Implicaturas convencionales. Son aquellas que derivan directamente de los significados de las palabras, y no de factores contextuales o situacionales. Así, ante un enunciado como [Por fin han logrado alcanzar su objetivo] no sólo se enuncia la consecución de un objetivo, sino que esta ha sido ardua y dificultosa. 

  • Implicaturas no convencionales. Son aquellas que se generan por la intervención de principios conversacionales; de ahí que sean denominadas también implicaturas conversacionales. En este sentido, la noción de implicatura permite dar cuenta, como ya se ha indicado, de un tipo de significado del que la semántica no puede dar cuenta. A H. P. Grice le interesan especialmente un tipo de situaciones en las que se viola o transgrede una máxima del  principio de cooperación, pero no por ello se deja de cooperar. Quien transgrede la máxima lo hace con el ánimo de que quien lo escucha lo descubra e inicie un proceso inferencial que le lleve a desvelar la información implícita, esto es, la implicatura.

  • A su vez, dentro de las implicaturas conversacionales, distingue entre generalizadas particularizadas.
  • Implicaturas generalizadas: no dependen de un contexto específico de emisión. Ante un enunciado como [Elena ha quedado esta noche con un hombre], inferimos que el hombre con el que ha quedado no es un conocido ni un familiar, pues en este caso se hubiera empleado para designarlo el nombre propio [Juan, Jaime, Alberto...] o la relación de parentesco que los une [su padre, su tío, su novio, su marido...].  De este modo, al emplear el nombre común [hombre] puede inferirse, pues, que ha quedado con un hombre con el que potencialmente puede llegar a establecer una relación sentimental. Este tipo de implicaturas surge de una asociación frecuente entre una expresión y los contextos posibles de su aparición.
  • Implicaturas particularizadas: dependen de un contexto específico de emisión. En un diálogo como el siguiente [-¿Qué te parece la novia de Juan? -Es simpática.], el interlocutor puede inferir, en ausencia de otras claves verbales (entonación) o no verbales (gestos) de que se ha acompañado, que la única cualidad destacable de la novia es su simpatía.
En realidad, entre ambos tipos de implicaturas hay solamente una diferencia de grado en cuanto a su dependencia del contexto.
Estrechamente vinculado a la noción de implicatura, el concepto de inferencia ha supuesto la necesidad de contextualizar las prácticas de la lengua y de activar la competencia sociocultural, de modo que el estudiante pueda aprender lo que es relevante decir en un contexto dado, o la cantidad de información que se debe proporcionar así como desarrollar estrategias para acceder a lo no dicho pero sí comunicado, esto es, a la implicatura.


Me he basado en:
    1. Implícitos, presupuestos y sobre3ntendidos, Berta Zamudio y Jacqueline Giudice.
    2. Xavier Frías Conde, Introducción a la Pragmática.
    3. CVC. Diccionario de términos clave de ELE.




Actividades:
Elabore un esquema que sintetice este tema.
Señale algunos implícitos (presupuestos y sobrentendidos) en el siguiente cuento:

          ¡Diles que no me maten
                              Juan Rulfo



1.      -¡Diles que no me maten, Justino! Anda, vete a decirles eso. Que por caridad. Así diles. Diles que lo hagan por caridad.
2.      -No puedo. Hay allí un sargento que no quiere oír hablar nada de ti.
3.      -Haz que te oiga. Date tus mañas y dile que para sustos ya ha estado bueno. Dile que lo haga por caridad de Dios.
4.      -No se trata de sustos. Parece que te van a matar de a de veras. Y yo ya no quiero volver allá.
5.      -Anda otra vez. Solamente otra vez, a ver qué consigues.
6.      -No. No tengo ganas de eso, yo soy tu hijo. Y si voy mucho con ellos, acabarán por saber quién soy y les dará por afusilarme a mí también. Es mejor dejar las cosas de este tamaño.
7.      -Anda, Justino. Diles que tengan tantita lástima de mí. Nomás eso diles.
8.      Justino apretó los dientes y movió la cabeza diciendo:
9.      -No.
10.  Y siguió sacudiendo la cabeza durante mucho rato.
11.  Justino se levantó de la pila de piedras en que estaba sentado y caminó hasta la puerta del corral. Luego se dio vuelta para decir:
12.  -Voy, pues. Pero si de perdida me afusilan a mí también, ¿quién cuidará de mi mujer y de los hijos?
13.  -La Providencia, Justino. Ella se encargará de ellos. Ocúpate de ir allá y ver qué cosas haces por mí. Eso es lo que urge.
14.  Lo habían traído de madrugada. Y ahora era ya entrada la mañana y él seguía todavía allí, amarrado a un horcón, esperando. No se podía estar quieto. Había hecho el intento de dormir un rato para apaciguarse, pero el sueño se le había ido. También se le había ido el hambre. No tenía ganas de nada. Sólo de vivir. Ahora que sabía bien a bien que lo iban a matar, le habían entrado unas ganas tan grandes de vivir como sólo las puede sentir un recién resucitado. Quién le iba a decir que volvería aquel asunto tan viejo, tan rancio, tan enterrado como creía que estaba. Aquel asunto de cuando tuvo que matar a don Lupe. No nada más por nomás, como quisieron hacerle ver los de Alima, sino porque tuvo sus razones. Él se acordaba:
15.  Don Lupe Terreros, el dueño de la Puerta de Piedra, por más señas su compadre. Al que él, Juvencio Nava, tuvo que matar por eso; por ser el dueño de la Puerta de Piedra y que, siendo también su compadre, le negó el pasto para sus animales.
16.  Primero se aguantó por puro compromiso. Pero después, cuando la sequía, en que vio cómo se le morían uno tras otro sus animales hostigados por el hambre y que su compadre don Lupe seguía negándole la yerba de sus potreros, entonces fue cuando se puso a romper la cerca y a arrear la bola de animales flacos hasta las paraneras para que se hartaran de comer. Y eso no le había gustado a don Lupe, que mandó tapar otra vez la cerca para que él, Juvencio Nava, le volviera a abrir otra vez el agujero. Así, de día se tapaba el agujero y de noche se volvía a abrir, mientras el ganado estaba allí, siempre pegado a la cerca, siempre esperando; aquel ganado suyo que antes nomás se vivía oliendo el pasto sin poder probarlo.
17.  Y él y don Lupe alegaban y volvían a alegar sin llegar a ponerse de acuerdo. Hasta que una vez don Lupe le dijo:
18.  -Mira, Juvencio, otro animal más que metas al potrero y te lo mato.
19.  Y él contestó:
20.  -Mire, don Lupe, yo no tengo la culpa de que los animales busquen su acomodo. Ellos son inocentes. Ahí se lo haiga si me los mata.
21.  "Y me mató un novillo.
22.  "Esto pasó hace treinta y cinco años, por marzo, porque ya en abril andaba yo en el monte, corriendo del exhorto. No me valieron ni las diez vacas que le di al juez, ni el embargo de mi casa para pagarle la salida de la cárcel. Todavía después, se pagaron con lo que quedaba nomás por no perseguirme, aunque de todos modos me perseguían. Por eso me vine a vivir junto con mi hijo a este otro terrenito que yo tenía y que se nombra Palo de Venado. Y mi hijo creció y se casó con la nuera Ignacia y tuvo ya ocho hijos. Así que la cosa ya va para viejo, y según eso debería estar olvidada. Pero, según eso, no lo está.
23.  "Yo entonces calculé que con unos cien pesos quedaba arreglado todo. El difunto don Lupe era solo, solamente con su mujer y los dos muchachitos todavía de a gatas. Y la viuda pronto murió también dizque de pena. Y a los muchachitos se los llevaron lejos, donde unos parientes. Así que, por parte de ellos, no había que tener miedo.
24.  "Pero los demás se atuvieron a que yo andaba exhortado y enjuiciado para asustarme y seguir robándome. Cada vez que llegaba alguien al pueblo me avisaban:
25.  "-Por ahí andan unos fureños, Juvencio.
26.  "Y yo echaba pal monte, entreverándome entre los madroños y pasándome los días comiendo verdolagas. A veces tenía que salir a la media noche, como si me fueran correteando los perros. Eso duró toda la vida . No fue un año ni dos. Fue toda la vida."
27.  Y ahora habían ido por él, cuando no esperaba ya a nadie, confiado en el olvido en que lo tenía la gente; creyendo que al menos sus últimos días los pasaría tranquilos. "Al menos esto -pensó- conseguiré con estar viejo. Me dejarán en paz".
28.  Se había dado a esta esperanza por entero. Por eso era que le costaba trabajo imaginar morir así, de repente, a estas alturas de su vida, después de tanto pelear para librarse de la muerte; de haberse pasado su mejor tiempo tirando de un lado para otro arrastrado por los sobresaltos y cuando su cuerpo había acabado por ser un puro pellejo correoso curtido por los malos días en que tuvo que andar escondiéndose de todos.
29.  Por si acaso, ¿no había dejado hasta que se le fuera su mujer? Aquel día en que amaneció con la nueva de que su mujer se le había ido, ni siquiera le pasó por la cabeza la intención de salir a buscarla. Dejó que se fuera sin indagar para nada ni con quién ni para dónde, con tal de no bajar al pueblo. Dejó que se le fuera como se le había ido todo lo demás, sin meter las manos. Ya lo único que le quedaba para cuidar era la vida, y ésta la conservaría a como diera lugar. No podía dejar que lo mataran. No podía. Mucho menos ahora.
30.  Pero para eso lo habían traído de allá, de Palo de Venado. No necesitaron amarrarlo para que los siguiera. Él anduvo solo, únicamente maniatado por el miedo. Ellos se dieron cuenta de que no podía correr con aquel cuerpo viejo, con aquellas piernas flacas como sicuas secas, acalambradas por el miedo de morir. Porque a eso iba. A morir. Se lo dijeron.
31.  Desde entonces lo supo. Comenzó a sentir esa comezón en el estómago que le llegaba de pronto siempre que veía de cerca la muerte y que le sacaba el ansia por los ojos, y que le hinchaba la boca con aquellos buches de agua agria que tenía que tragarse sin querer. Y esa cosa que le hacía los pies pesados mientras su cabeza se le ablandaba y el corazón le pegaba con todas sus fuerzas en las costillas. No, no podía acostumbrarse a la idea de que lo mataran.
32.  Tenía que haber alguna esperanza. En algún lugar podría aún quedar alguna esperanza. Tal vez ellos se hubieran equivocado. Quizá buscaban a otro Juvencio Nava y no al Juvencio Nava que era él.
33.  Caminó entre aquellos hombres en silencio, con los brazos caídos. La madrugada era oscura, sin estrellas. El viento soplaba despacio, se llevaba la tierra seca y traía más, llena de ese olor como de orines que tiene el polvo de los caminos.
34.  Sus ojos, que se habían apenuscado con los años, venían viendo la tierra, aquí, debajo de sus pies, a pesar de la oscuridad. Allí en la tierra estaba toda su vida. Sesenta años de vivir sobre de ella, de encerrarla entre sus manos, de haberla probado como se prueba el sabor de la carne. Se vino largo rato desmenuzándola con los ojos, saboreando cada pedazo como si fuera el último, sabiendo casi que sería el último.
35.  Luego, como queriendo decir algo, miraba a los hombres que iban junto a él. Iba a decirles que lo soltaran, que lo dejaran que se fuera: "Yo no le he hecho daño a nadie, muchachos", iba a decirles, pero se quedaba callado. "Más adelantito se los diré", pensaba. Y sólo los veía. Podía hasta imaginar que eran sus amigos; pero no quería hacerlo. No lo eran. No sabía quiénes eran. Los veía a su lado ladeándose y agachándose de vez en cuando para ver por dónde seguía el camino.
36.  Los había visto por primera vez al pardear de la tarde, en esa hora desteñida en que todo parece chamuscado. Habían atravesado los surcos pisando la milpa tierna. Y él había bajado a eso: a decirles que allí estaba comenzando a crecer la milpa. Pero ellos no se detuvieron.
37.  Los había visto con tiempo. Siempre tuvo la suerte de ver con tiempo todo. Pudo haberse escondido, caminar unas cuantas horas por el cerro mientras ellos se iban y después volver a bajar. Al fin y al cabo la milpa no se lograría de ningún modo. Ya era tiempo de que hubieran venido las aguas y las aguas no aparecían y la milpa comenzaba a marchitarse. No tardaría en estar seca del todo.
38.  Así que ni valía la pena de haber bajado; haberse metido entre aquellos hombres como en un agujero, para ya no volver a salir.
39.  Y ahora seguía junto a ellos, aguantándose las ganas de decirles que lo soltaran. No les veía la cara; sólo veía los bultos que se repegaban o se separaban de él. De manera que cuando se puso a hablar, no supo si lo habían oído. Dijo:
40.  -Yo nunca le he hecho daño a nadie -eso dijo. Pero nada cambió. Ninguno de los bultos pareció darse cuenta. Las caras no se volvieron a verlo. Siguieron igual, como si hubieran venido dormidos.
41.  Entonces pensó que no tenía nada más que decir, que tendría que buscar la esperanza en algún otro lado. Dejó caer otra vez los brazos y entró en las primeras casas del pueblo en medio de aquellos cuatro hombres oscurecidos por el color negro de la noche.
42.  -Mi coronel, aquí está el hombre.
43.  Se habían detenido delante del boquete de la puerta. Él, con el sombrero en la mano, por respeto, esperando ver salir a alguien. Pero sólo salió la voz:
44.  -¿Cuál hombre? -preguntaron.
45.  -El de Palo de Venado, mi coronel. El que usted nos mandó a traer.
46.  -Pregúntale que si ha vivido alguna vez en Alima -volvió a decir la voz de allá adentro.
47.  -¡Ey, tú! ¿Que si has habitado en Alima? -repitió la pregunta el sargento que estaba frente a él.
48.  -Sí. Dile al coronel que de allá mismo soy. Y que allí he vivido hasta hace poco.
49.  -Pregúntale que si conoció a Guadalupe Terreros.
50.  -Que dizque si conociste a Guadalupe Terreros.
51.  -¿A don Lupe? Sí. Dile que sí lo conocí. Ya murió.
52.  Entonces la voz de allá adentro cambió de tono:
53.  -Ya sé que murió -dijo-. Y siguió hablando como si platicara con alguien allá, al otro lado de la pared de carrizos:
54.  -Guadalupe Terreros era mi padre. Cuando crecí y lo busqué me dijeron que estaba muerto. Es algo difícil crecer sabiendo que la cosa de donde podemos agarrarnos para enraizar está muerta. Con nosotros, eso pasó.
55.  "Luego supe que lo habían matado a machetazos, clavándole después una pica de buey en el estómago. Me contaron que duró más de dos días perdido y que, cuando lo encontraron tirado en un arroyo, todavía estaba agonizando y pidiendo el encargo de que le cuidaran a su familia.
56.  "Esto, con el tiempo, parece olvidarse. Uno trata de olvidarlo. Lo que no se olvida es llegar a saber que el que hizo aquello está aún vivo, alimentando su alma podrida con la ilusión de la vida eterna. No podría perdonar a ése, aunque no lo conozco; pero el hecho de que se haya puesto en el lugar donde yo sé que está, me da ánimos para acabar con él. No puedo perdonarle que siga viviendo. No debía haber nacido nunca".
57.  Desde acá, desde fuera, se oyó bien claro cuando dijo. Después ordenó:
58.  -¡Llévenselo y amárrenlo un rato, para que padezca, y luego fusílenlo!
59.  -¡Mírame, coronel! -pidió él-. Ya no valgo nada. No tardaré en morirme solito, derrengado de viejo. ¡No me mates...!
60.  -¡Llévenselo! -volvió a decir la voz de adentro.
61.  -...Ya he pagado, coronel. He pagado muchas veces. Todo me lo quitaron. Me castigaron de muchos modos. Me he pasado cosa de cuarenta años escondido como un apestado, siempre con el pálpito de que en cualquier rato me matarían. No merezco morir así, coronel. Déjame que, al menos, el Señor me perdone. ¡No me mates! ¡Diles que no me maten!.
62.  Estaba allí, como si lo hubieran golpeado, sacudiendo su sombrero contra la tierra. Gritando.
63.  En seguida la voz de allá adentro dijo:
64.  -Amárrenlo y denle algo de beber hasta que se emborrache para que no le duelan los tiros.
65.  Ahora, por fin, se había apaciguado. Estaba allí arrinconado al pie del horcón. Había venido su hijo Justino y su hijo Justino se había ido y había vuelto y ahora otra vez venía.
66.  Lo echó encima del burro. Lo apretaló bien apretado al aparejo para que no se fuese a caer por el camino. Le metió su cabeza dentro de un costal para que no diera mala impresión. Y luego le hizo pelos al burro y se fueron, arrebiatados, de prisa, para llegar a Palo de Venado todavía con tiempo para arreglar el velorio del difunto.
67.  -Tu nuera y los nietos te extrañarán -iba diciéndole-. Te mirarán a la cara y creerán que no eres tú. Se les afigurará que te ha comido el coyote cuando te vean con esa cara tan llena de boquetes por tanto tiro de gracia como te dieron.






                            

miércoles, 16 de marzo de 2011

Latín Guía No. 6

Preposiciones y conjunciones


Para que tanto ocio no propicie malos pensamientos.


Latín    Guía No. 6


RELACION CASO-FUNCION SINTACTICA (ORACION SIMPLE – VOZ ACTIVA)


Los casos son manifestaciones de la morfología de la lengua latina.
ü  Sintaxis
ü              oración   simple
ü              voz activa


  1. CASO NOMINATIVO:
v  Es el caso del sujeto.
El niño escribe una carta.
Los niños escriben una carta.

v  El caso nominativo se usa también para construir los el atributo y el predicativo.
Atributo:  Es un complemento que señala una característica del sujeto. Afecta entonces al núcleo del sujeto y al verbo, el cual necesariamente debe ser copulativo: ser, estar, parecer . Ejemplos: 
1.      Los niños son  altos.
2.      Las niñas son altas.

Es característico del atributo que el verbo copulativo puede ser suprimido (Aunque hay quien dice 
que esto no es cierto).
El atributo puede ser desempeñado por un sustantivo, por un adjetivo (y por un grupo nominal o adjetival) y concuerda con el sujeto en número, género y (en latín) caso.
El predicativo:   Es un tipo de complemento que se refiere al verbo y a un sustantivo a la vez; el 
sustantivo puede ser el núcleo del sujeto o el núcleo del complemento directo.

Ejemplos:
v  Los niños llegaron cansados de la escuela.
v  Los invitados vinieron puntuales a la cena.
v  Mi hermana está muy contenta con sus estudios.
v  Los manifestantes se reunieron, enfadados, a las puertas del juzgado.

ü  Trae los  vestidos  sucios.    Vestimenta spurca trahit.
En los casos en que acompaña el complemento directo deberá construirse con acusativo.
Como puede observarse, el verbo no es copulativo.

El niño llegó enfermo.  Puer   aeger (aegrotus)  advenit.


  1. CASO ACUSATIVO:
Sirve para construir el objeto directo en la oración simple.
ü  Verbos transitivos.
Ejemplos:
1.      Caesar epistulam  ad amicum misit.
2.      Millites  pontem fecerunt.
3.      Pueri poema scripserunt.                           
4.      Pueri poemata scripserunt.

Circunstancias con acusativo
ü  Se construyen las circunstancias con acusativo cuando indican destino (hacia adónde), con las preposiciones a(d), in,
ü  Cuando se trata de nombres propios de ciudad no se usa preposición.
ü  Se emplea   in más acusativo cuando la circunstrancia indica cierta violencia.
ü  También con acusativo para indicar por dónde (se pasa, transcurso), se usa la preposición per más acusativo

 Complemento circunstancial de dirección: quo?: ¿a dónde? Quo vadis? ¿Adónde vas?

Preposiciones con acusativo:

ad - a
apud - cerca de
ante - ante, delante de
circa - alredor de
contra - en contra de
erga - hacia
infra - por debajo de
inter - entre, durante
ob - a causa de, por
per - por medio de
post - detrás de
praeter - al lado de, además de
prope - cerca de, casi
propter - cerca de, por causa de
supra - por encima de, sobre
trans - al otro lado de


Ejemplos:
1.      Los hombres van al campo:   Homines ad agrum adeunt.         
Se   usa   a cuando la palabra comienza con consonante, si inicia con vocal se usa ad.
2.      Caminamos  por el puente:  Per pontem ambulamus.
3.      Voy a la ciudad:         A  civitatem  profiscor.
4.      Al otro lado del mar: Trans   mare.



  1. Circunstancias con caso Ablativo

Complento circunstancial de procedencia: unde?: ¿de dónde? Unde venis?
¿De dónde vienes?
 ablativo + preposición: a/ab; e/ex
ex flumine
desde el río
ab urbe
desde la ciudad
ex Hispania
desde España
ablativo solo: nombres propios de ciudad: “domus”, “humus” y “rus”:
Roma
desde Roma
Athenis
desde Atenas
 Tarracone
desde Tarragona
 domo
desde casa
humo
de la tierra


Complemento circunstancial de localización: ubi?: ¿dónde?
Ubi habitas? ¿Dónde vives?
ablativo + preposición: in
in flumine
en el río
in urbe
en la ciudad
in Hispania
en España
ablativo solo: nombres propios de ciudad que se declinan en plural o por la 3ª declinación
Athenis
en Atenas
Tarracone
en Tarragona
Carthagine.
en Cartago
locativocaso que queda como resto en algunos sustantivos y en los nombres propios de ciudad que se declinan en el singular de la 1ª y 2ª declinación, “domus”, “humus” y “rus”
Romae
en Roma
Tarenti
en Tarento
domi
en casa
humi
en la tierra
ruri
en el campo



Complemento circunstancial de lugar ¿por qua?: ¿por dónde? ¿Per qua transis? ¿Por dónde pasas?
ablativo solo
via
camino
iter
viaje
porta
puerta
terra
tierra
mare
mar
ager
campo
pons
puente

Preposiciones con acusativo y ablativo
Estas preposiciones indican dirección cuando van con acusativo y “lugar en donde” cuando van con ablativo”:
in: (con acusativo) a, hacia / (con ablativo) en
sub: (con acusativo) hacia abajo / (con ablativo) debajo de


CONJUNCIONES LATINAS
 Las conjunciones al igual que las preposiciones son los elementos invariables de la lengua; sirven para relacionar palabras, grupos de palabras  y oraciones.

Dos clases:

A: COORDINATIVAS
1.  COPULATIVAS
2. DISYUNTIVAS

et, ac, atque: y
nec, neque: y no, ni
etiam, quoque: también
et… et: tanto… como, ya… ya


aut, vel: o
sive, seu. –ve: o
3. CAUSALES (explicativas)
4. CAUSALES (conclusivas)

nam, namque
enim, etenim: pues



quocirca, quapropter: por lo cual.
itaque, igitur, ergo: luego, por tanto, así pues.

5. ADVERSATIVAS

sed, verum: pero, sino.
at, autem, vero: pero, mas.
tamen, áttamen, verumtamen, nihilominus: pero, sin embargo, no obstante.



B. SUBORDINATIVAS

1.  FINALES
2. CAUSALES

ut, quo: para que.
ne, ut ne: para que no.

quando, quandoquidem: puesto que.
quia, quod, non quo, non eo quo:  no porque no.
3. TEMPORALES

cum: cuando;
cum primum: tan pronto como;
quando: cuando;
antequam, priusquam: antes que; postquam, posteaquam: después que.
donec, dum: mientras
quoad: hasta que
ut, ubi, simul, simul ac, simul atque: luego que

4. CONCESIVAS
5. COMPARATIVAS

quamquam, , etsi, tametsi,
licet, ut, cum
quamvis

aunque


quasi, tanquam, quemadmodum, ut, uti, velut, veluti, sicut, sicuti: como.
quasi si, tanquam si, ut si, velut si, juxta ac si, perinde ac si: como si.

6. CONSECUTIVAS
7. CONDICIONALES
(adv. en la o. pcpal )   +    ut
(tantus) tan grande que.
(talis) tal que.
(adeo, ita) de tal modo que.
(sic) de tal modo que.
(usque eo) hasta tal punto que.

 si: si
sin: pero si.
nisi, ni, si non: si no.
dum, modo: con tal que.
dúmmodo: con tal que.